El arte de propagar confusión y ruido (II)

HomeroSimpsonNo, la ‘opinión pública’ y el parloteo banal e ignaro que se produce ante la presencia de una cámara, un micrófono o una pantalla de televisión no son lo mismo. Tampoco ese cacareo es ‘la democracia’. No es lo mismo decir «a ese tío lo fusilaba ahora mismo» —manifestación sutil de voluntad ‘popular’ que puede recogerse en cualquier taberna a la hora del telediario— que coger un fusil. Y no es lo mismo hablar que decir, ni es lo mismo decir que opinar, ni es lo mismo hablar/opinar que hacer.

El gran psicólogo conductista Harry Callahan afirmó que las opiniones son como los culos, todo el mundo tiene uno. Pero la brillantez de la frase no debe confundirnos. El mensaje principal no es que habiendo tantas opiniones como personas ninguna vale demasiado y «todo es relativo» (idea con la que el genio colectivo identifica la Teoría de la relatividad) sino que las opiniones son normalmente culos o, más exactamente, por usar el término del maestro Callahan, agujeros del culo («assholes»), es decir, anos, es decir, evacuatorios de defecación.

Identificado —como dicen los estadísticos— el «universo de la muestra», demos un pequeño rodeo para llegar antes.

Roman Jakobson elaboró una teoría del lenguaje (posteriormente revisada por otros lingüístas) en donde distinguía diversas funciones: apelativa, representiva, expresiva, poética, metalingüística y de contacto (los que no recuerden su enseñanza secundaria, pueden consultar un resumen en la Wikipedia). Nunca he sabido muy bien dónde encaja en este esquema el lenguaje expresivo que no dice lo que está diciendo, es decir, aquel en donde las palabras significan una cosa distinta al mensaje que se emite. La respuesta fácil ya la he dado, función expresiva, pero permitan que me explique.

En un partido de fútbol es bastante común que cientos de personas griten un «¡Me cago en tu puta madre!», dirigido al arbitro (pido perdón a las almas sensibles por reproducir estas viles expresiones y por la misma solicito al Espíritu Santo que no me lo tenga en cuenta, que ya voy sobrado). Salvo en el caso improbable de que la madre del aludido se dedique a la asistencia púbica de las masas, la función que cumple esa expresión no tiene nada que ver con lo que dice. Podría pensarse que es una función expresiva porque expresa los sentimientos del emisor, apelativa porque reclama la atención de alguien o incluso poética, dada la elegancia y musicalidad del mensaje. Pero en mi opinión (yo también tengo culo) se trata de un acto prelingüístico. Si tuviéramos un mando a distancia y pudiéramos eliminar el sonido del grito, veríamos que el mensaje está en la actitud. El emisor está haciendo lo mismo que un urogallo, que un ciervo en la berrea, que un mono aullando o que un gorila golpeando su pecho. Marca su territorio, se hace el machote y grita «cuidado, te estás metiendo con los míos»; aunque parece que lo dice, no dice que la madre del arbitro se gane la vida con el arte de cabalgar. El mensaje no está en la frase articulada, sino en el aullido.

Ya me dirán, si no, cómo explicar el ya famoso pareado «Dame con la porra / hasta que me corra» que la manifestante gime el pasado 25 de abril en el intento de asedio al Congreso. Una interpretación literal nos llevaría a una petición de relación sodomaso con algún fornido policía (que también podría ser), pero mejor entenderlo como lo que es, una forma distinta y tontiloca de aullar el descontento. ¿Qué otra cosa era el punk?

Pues bien, con una grácil cabriola volvemos al principio. ¿Qué es la mayoría de la opinión regurgitada en el instante? ¿Qué dicen las palabras de alguien que habla sin pensar ni un segundo en lo que dice? ¡Grrrrrr!

Vuelvo a los periodistas. Su trabajo no sólo consiste en difundir. También es preciso que interpreten los mensajes y valoren la importancia de lo que se dice. Transmitir opiniones fundadas es pedagógico y ayuda a los lectores en su toma de decisones; limitarse a reproducir deposiciones sólo aumenta el ruido y propaga la idiotez. Y cuando alguien se limita en exclusiva a la difusión excrementicia no basta con la explicación de que es idiota, pueden estar seguros de que han topado con un canalla.

Acabo. El acto esencial de la democracia se ejercita mediante el voto libre. Es un acto que precisa de cierta mecánica y reflexión, de cálculo de posibilidades y de concesión de confianza en quienes pueden llegar a ser nuestros representantes. No es un trato a cambio de nada y tiene un plazo de vigencia fijado. Muy pocas personas acuden a votar con el mismo espíritu con el que vociferan «muérete, hijoputa» y muy pocas, afortunadamente, estarían dispuestas a empuñar la pistola. Quizá estas pocas sean aquellas que lo único que han llegado a distinguir ha sido el ruido.
______
«Well, opinions are like assholes… everybody has one». Clint Eastwood en Harry el Sucio, de Don Siegel, con guión de Harry Julian Fink, R.M. Fink, Dean Riesner, John Milius y Terrence Malick.

Escrito por Perroantonio

El arte de propagar confusión y ruido

simpsons-homer-tvEn algún momento de la historia alguien decidió que para ilustrar las informaciones en la radio y en la televisión no era necesario recabar siempre opiniones expertas, que bastaba con preguntar a la gente —al Pueblo— qué pensaba sobre lo ocurrido, fuera lo ocurrido un accidente, un asesinato, la reforma de la unión europea o una granizada.

A ver, un torero es un tipo que sabe torear mientras que un espontáneo es alguien que ha visto cómo se torea. El experto sabe de lo que habla mientras que el transeúnte que no ha sido capaz de mandar al guano al intrépido periodista se ve obligado a hablar normalmente de lo que no sabe y, lo que es peor, sin haber pensado antes en lo que va a decir.

Se han llenado así los informativos de pobres gentes que contestan que el vecino parece buen chico (a pesar de haber asesinado a su mujer y a sus hijos) o que es intolerable que hayan tenido que esperar dos horas a oscuras, sin luz, agua ni calefacción tras el derrumbamiento y descarrilamiento en el túnel. Y lo de la reforma, pues que muy mal, o sea, que todo se llena de extranjeros.

Fuera de toda lógica se ponen al mismo nivel las declaraciones del jefe de la policía, que dispone de la información, y las del espontáneo, que dispone de su desconcierto. Tampoco el periodista se molesta en contextualizar o explicar demasiado, no sea que la noticia se vuelva aburrida.

Se ha propagado así una confusión vociferante, un ruido opinativo de gente que nada sabe pero no desaprovecha la oportunidad de decir lo que ‘piensa’ a los cuatro vientos. Se ha extendido la manifestación cotidiana de la tontería discursiva. Se ha consolidado la idea de que el parloteo banal es la representación de la ‘opinión pública’.

Tal vez alguien debería reflexionar sobre su responsabilidad —sobre su enorme responsabilidad— en la propagación general de la idiocia. Quizá haya que empezar a decirles que hacen mal su trabajo o que son unos caraduras. Porque no puede ser que lo hagan por ignorancia. No puede ser.

Escrito por Perroantonio

Diccionario para entender a los humanos (resumen semanal 22-28 de abril de 2013), por Perroantonio

cerdo. Estructura biótica capaz de procesar vegetales, frutos, insectos, carroñas y residuos, y convertirlos en carne y grasa comestibles y piel utilizable. Del cerdo, como del turista, se aprovecha todo. Es animal simpático y oloroso, y por ello empleamos sus diversos nombres (cerdo, puerco, marrano, guarro, cochino, etc.) para calificar a las personas que alegran nuestra existencia y nos aromatizan con su presencia.

feo. 1. Que mantiene relaciones difíciles con la proporcionalidad, la simetría y la escala cromática. 2. De belleza alternativa a lo convencional. 3. Persona de la que siempre se alaba su inteligencia o simpatía.

sensibilidad. Facultad de emocionarse, y evidenciarlo, al ver volar a una mariposa, temblar una flor o enrojecerse el sol en el crepúsculo. Gracias a la magia de la sinestesia los humanos sensibles que hayan leído la frase anterior habrán evacuado un suspiro al leer las palabras crepúsculo, mariposa y flor. Snif.

genética. Rama de la biología que estudia por qué siendo sus padres y abuelos inteligentes, guapos, sanos y aficionados a la floricultura, usted es tonto, feo, tiene seis dedos en los pies, es pirómano desde la etapa infantil y se parece tanto a aquel vendedor de caramelos.

ingeniería genética. Arte de la manipulación y transferencia del ADN para corregir, controlar o modificar el funcionamiento de los seres vivos. Es arte incipiente que, hasta el momento, sólo ha conseguido producir tomates imberbes, moscas sin alas y fundamentalistas ecólatras y religiosos.

hermenéutica. Arte de retorcer el significado de los textos para fijar lo que deben decir y que, normalmente, no dicen. Los textos incomprensibles suelen serlo por dos razones principales, a) están escritos por alguien confundido —profetas, poetas, astrólogos, homeópatas, naturopátas, papanatas— o b) están escritos para confundir a los legos (teología, metafísica, ciencia, leyes). Los hermeneutas de clase a (filólogos, gurúes, santones, dependientes de tiendas de macrobiótica) se distinguen de los de clase b (obispos, filósofos, científicos, abogados) en su condición eventual, prescindible y chiripitifláutica, mientras que los hermeneutas de clase b son los intérpretes del orden social. Un índice fiable de descomposición social es descubrir que el lugar de los hermeneutas de clase b ha sido ocupado por los de clase a.

smartphone. Teléfono más o menos inteligente —más que un gato y menos que un cuñado— que se utiliza para tonterías. Su período de obsolescencia es ligeramente superior al de un yogur, aunque menor que el de una mayonesa.

derecho. Conjunto de normas coactivas que regulan el mantenimiento del orden social, al que irónicamente se denomina convivencia. Para que el Derecho funcione son necesarios: una redacción abstrusa de las leyes, un cuerpo sacerdotal de intérpretes, una casta de saqueadores comisionistas (encargada de intermediar en las disputas y trasvasar el dinero de unos bolsillos a otros), y una legión de tipos armados que asegure el funcionamiento engrasado del sistema.

Fernweh

los-descendientesTener conocimiento de idiomas resulta útil en varios aspectos de la vida, pero además proporciona el placer de encontrar —e intentar entender— palabras cuya traducción a la lengua propia resulta difícil o imposible. Eso permite divagar sobre teorías acerca de los límites de la comunicación verbal, así como admirarse con lo que cabe entre esos límites.

Existe un término alemán de difícil traducción: fernweh. Esta palabra pretende describir un estado de ánimo que podríamos definir como el opuesto, que no el contrario, de la morriña, aunque esta definición quizás se verá matizada por los paisanos de M. que por aquí pululan (o no).

Este afecto de naturaleza difusa y origen profundo se destila en un deseo de hallarse —hallarse ahora— en algún lugar lejano e inconcreto, pese a sospechar el sujeto que ni estando en lugares lejanos existe garantía de desactivamiento de esa desazón, y por tanto tiñe de melancolía el ánimo. Tal vez los caracteres más atentos descubran que esta necesidad de otros horizontes más bien delata la necesidad de otra mirada. ¿Tendrá relación con esa extraña manía de embozarse en un nick para no-mostrarse en sitios como éste?

Las ensoñaciones de lugares lejanos suelen evocar paisajes como los de Hawai, y no los de Mongolia, por causas comprensibles. Por eso la voz del protagonista en la recomendable película Los descendientes nos avisa, nada más empezar, que hace años que no practica surf, que en Hawai existe también el dolor, la pérdida, el perdón y, a veces, la luz.

La película acompaña el discurso con algunas canciones como ésta, donde un nativo habla a quien le pueda entender de un remoto —¡en la misma isla!— refugio de amores, creando un buen momento para que nuestro sujeto afecto de fernweh se diga algo así como: espabila, tío, que ahí donde vayas estarás contigo mismo.

Escrito por: Holmesss

Instrumento de error

El sofisma es un argumento falso revestido de una forma más o menos capciosa. Entra siempre en él alguna idea de sutileza, aun cuando no implica necesariamente la mala fe. Puede empleárselo equivocándose uno mismo, de igual manera que puede darse moneda falsa creyéndola buena.

Entre error y sofisma hay una diferencia fácil de captar. Error designa simplemente una opinión falsa; sofisma designa también una opinión falsa, pero de la que se hace un medio para un fin. El sofisma se pone en obra para influir sobre la persuasión de otro y para obtener de ello algún resultado. Así, el error es el estado de una persona que alimenta una opinión falsa; el sofisma es un instrumento de error. Hablar de los buenos tiempos pasados, creer que los antiguos eran más prudentes, más hábiles que los hombres de hoy, será por ejemplo, un error vulgar. Prevalerse de tal prejuicio, servirse de él para combatir innovaciones útiles o para defender instituciones viciosas, será un sofisma.

Cada sofisma tiene su carácter particular, pero todos ellos tienen un carácter común: el de ser extraños a la cuestión. La cuestión, en una asamblea política, debe ser siempre ésta: ¿Es buena o mala la medida propuesta? Se trata de calcular sus efectos, de comparar los bienes y los males que puede producir; tantos bienes, tantos argumentos en favor suyo; tantos males, tantos argumentos en su contra. El sofisma alega en pro o en contra de una ley una cosa completamente distinta a la consideración de sus efectos; tiende a desviar el espíritu de este punto de vista substituyéndolo por cualquier otro, y a juzgar la cuestión sin consideración a su mérito intrínseco.

[…]

1° Los sofismas suministran una presunción legítima en contra de quienes se sirven de ellos. Sólo a falta de buenos argumentos puede recurrirse a aquéllos.
2° Con relación a las buenas medidas son inútiles; al menos, no pueden ser necesarios.
3° No solamente pueden ser aplicados a malos fines, sino que es su más común destino.
4° Entrañan siempre una pérdida de tiempo y una debilitación de la atención para los objetos que se discuten.
5° Suponen, por parte de quienes los emplean o los adoptan, una falta de sinceridad o una falta de inteligencia.
6° Además, son sospechosos de mala fe, teniendo, si puedo expresarme así, una propiedad irritante. Con frecuencia adoptan un carácter de desprecio y de insulto, y tienden a producir debates llenos de acritud.

Jeremy Bentham. Tratado de los sofismas políticos.

Atónito (una pequeña infección optimista)

Al tema. El mantenimiento diario de un blog me aproxima con crudeza a la condición de tertuliano, de individuo que tiene opiniones propias para todo lo que ocurre en el mundo y puede que hasta respuestas para los principales enigmas de la condición humana. Es esperable, al menos, que tenga opiniones fundadas sobre algún campo específico del conocimiento. Pues bien, por si no se habían dado cuenta hasta ahora, no es así.

Sé muy poco de todo y nada de mucho y si tuviera que elegir una palabra para describirme diría que soy un individuo atónito. Contemplo con estupefacción como al personal le parece absolutamente normal que vuelen los aviones y floten los trasatlánticos, que sea posible hablar con alguien que se encuentra a diez mil kilómetros utilizando un adminículo que llevamos en el bolsillo, que se pueda modificar el código genético de un ratón o estudiar la composición química de un planeta extra solar.

Pero si me asombran cotidianamente los logros técnicos y científicos, la complejidad de las relaciones humanas o la trama intrincada de las sociedades y de la política, me fascina. Observando cotidianamente la estupidez rampante me resulta casi increíble que 7.000 millones de personas convivan en el planeta de forma más o menos ordenada. Que funcionen las sociedades y las naciones, que haya valores universales respetados y que, bien o mal, la vida humana vaya haciéndose, en general, cada vez más confortable. (A los aguafiestas les aconsejo que, antes de hablar, comprueben como se las gastan entre sí el resto de los animales).

Por todo ello, y teniendo en cuenta que hoy, 24 de abril, no es el día internacional de nada (que yo sepa), aprovecho para agradecer a todos los que trabajan en las empresas e industrias humanas y a los casi odiados servidores públicos (estadistas, políticos, diplomáticos, legisladores, juristas, fuerzas del orden, informadores, médicos, funcionarios…) que todo este enorme entramado que llamamos sociedad funcione, a veces peor y a veces mejor, pero que funcione. Nadie parece sorprenderse por ello, pero sólo hace falta haber vivido un poco y haber leído algo de historia para asistir atónito a que cada amanecer diario todo siga en marcha.

Y conste que digo atónito, no pasmado. Ya saben, una cuestión de actitud.

Escrito por Perroantonio

¿A quién le interesa el flujo de la conciencia?

comonoescribirLa narrativa de principios del siglo XX estaba imbuida de las ideas de Freud, y ningún novelista respetable lanzaba su libro al mundo sin una carga simbólica que dramatizara los miedos y deseos inconscientes de sus personajes. Esto a menudo se hacía contando los sueños de un personaje en párrafos escritos en la típica «cursiva del flujo de la consciencia».

La ciencia ha ido más allá, y ahora se da por supuesto que leer una página tras otra en las que un personaje se dedica a construir muros con los ladrillos de su angustia es tan interesante como oír a alguien real contar sus sueños reales.

Un buen sistema es permitirse sólo un sueño por novela. Luego, cuando llegue la revisión final, lo quitas y en paz.

Howard Mittelmark & Sandra Newman. Cómo no escribir una novela. Seix Barral, 2010.
Casa del Libro | Fnac | Amazon

************

Ayer, @Elisa________ me descubrió la fascinante historia de Florence Foster Jenkins, la soprano estadounidensecastafiore famosa por su «completa falta de habilidad musical», según la versión española de la Wikipedia. La versión inglesa, menos benévola, dice que «fue conocida y ridiculizada por su falta de ritmo, modulación y tono, por la pronunciación aberrante de los libretos y, en general, por su discapacidad para el canto». Compruébenlo ustedes mismos escuchando este monumento sonoro.

A quien aún le falte un personaje divertido para la novela que está escribiendo, le recomiendo leer la biografía de Florence Foster Jenkins en la Wikipedia, aún más jugosa en su versión inglesa.  Aunque su vida ha generado abundante literatura, me llama la atención que en la Wikipedia no hayan reparado en que Florence Foster Jenkins es una referencia imprescindible para entender a uno de los personajes más cómicos de Hergé, Bianca Castafiore, el Ruiseñor de Milán, inmortalizada en los tebeos de Tintín.

Fuera de Europa

westerman3De niño yo quería ser agrimensor. Me encantaban los agrimensores de nuestra calle, esos hombres enfundados en chalecos reflectantes anaranjados. Con sus prismáticos vigilaban los alrededores, por seguridad nada más: para cerciorarse de que todo era lo que parecía.

Tendría yo unos diez años. En el colegio nos enseñaban las capitales de Europa sobre un mapa mudo.

En cuanto el maestro Hulzebos desenrollaba el continente de hule como si de una persiana se tratara, sabíamos que había llegado el momento de hincar el codo. Con sus hombros cargados y sus torpes movimientos, el maestro descolgaba de un gancho el puntero, un grácil taco de billar con la punta envuelta en cinta de latón. A continuación, volviéndose hacia la clase, hacía salir a uno de nosotros.

Con el palo de madera tenías que señalar un punto en el mapa y preguntar a un compañero. Si éste no sabía la respuesta, contestabas tú mismo: «Atenas», «Reikiavik» o «Helsinki». En tales momentos yo sentía un hormigueo en los dedos. Eso de que los puntos se transformasen en sonidos extraños nada más rozarlos con el palo se me antojaba un acto de pura magia.

El mapa mudo de Europa en mi colegio estaba salpicado de signos rojos circunvalados en negro. Las ciudades de menos de un millón de habitantes se indicaban con circulitos del tamaño de una moneda de veinticinco céntimos de florín. Las ciudades de un millón de habitantes se indicaban con círculos del tamaño de un botón de abrigo. Y luego estaban las verdaderas metrópolis —París, Roma, Berlín—; en ellas había tal hervidero de gente que, según el maestro Hulzebos, si andabas solo por las calles, te perdías seguro. Las metrópolis, de más de un millón y medio de habitantes, se señalaban con unos cuadraditos.

De entre todos los cuadraditos había dos situados a un extremo del mapa que no teníamos que sabernos.

—Esas ciudades no pertenecen a Europa —nos dijo el maestro Hulzebos a modo de aclaración.

—Pero ¿cómo se llama ésta? —pregunté.

—Moscú.

Yo había oído hablar de Moscú. No entendía por qué esa ciudad no formaba parte de Europa.

—¿Y aquélla?

Con el extremo del puntero señalé un cuadradito perdido en el vacío más allá de Moscú. La idea de que existiera una ciudad de un millón y medio de habitantes en un lugar tan lejano me resultaba escalofriante.

—Gorki —respondió el maestro.

Toda la clase se echó a reír. ¡Gorki! Sonaba como una ciudad imaginaria o como el nombre de un planeta. Júpiter, Venus, Gorki. Intenté figurarme una postal que dijera «Saludos desde Gorki», pero no era fácil. ¿Qué podría escribir uno en una postal como ésa?

—Gorki es una ciudad cerrada —explicó el maestro Hulzebos—. Algunas personas son enviadas a Gorki como castigo y no vuelven nunca más.

Frank Westerman. Ingenieros del alma. Siruela, 2002.
Casa del Libro | Fnac | Amazon

Reseña de Félix Romeo en Letras Libres.

Diccionario para entender a los humanos (resumen semanal 15-21 de abril de 2013), por Perroantonio

diccionariodebate. Programa televisivo basado en la confrontación demagógica de puntos de vista irreconciliables para crear tensión dramática, aumentar la audiencia y vender espacio publicitario. Se considera incorrecta la pronunciación deváter, aunque no sé por qué.

opinión. Prejuicio enmascarado como razonamiento y emperifollado con retórica.
macrobiótico. Practicante de la desnutrición programada y el pensamiento en espiral.

dato. Información precisa que una vez aislada, descontextualizada y pulida sirve para fundamentar una mentira.

décathlon. Conjunto de diez pruebas de atletismo cuyo objetivo es mantener entretenidos y cansados a los machos con superproducción de testosterona.

efusión. Fase expansiva de la borrachera acompañada de confusión y tendente a la difusión (de lo ingerido).

alubiada. Materia prima para la producción de lorzas y metano.

Credibilidad

Horas antes de recibir la camiseta firmada por la selección española de premios Nobel, el Pope Francisco afirmó que la incoherencia entre lo que dicen y lo que hacen los católicos mina la credibilidad de la Iglesia. Bueno, sí, aunque tampoco lo de los milagros, los ángeles o la Paloma ayudan mucho a fomentar la credibilidad. En todo caso, carissimo Padre, la incoherencia entre lo que se dice y lo que se hace no parece una actitud exclusivamente católica. Tenga en cuenta que las sociedades humanas son muy complejas y a veces hay que acomodarse al paisaje y al paisanaje para que no te fumiguen. No digo que esté siempre bien, que hay cosas que jamás deben tolerarse, pero en general la gente es hipócrita, para qué vamos a engañarnos.

http://www.eldiario.es/norte/menoslobos/