Pro política

En el momento en el que empiezo a tener alguna idea muy clara sobre como resolver algún problema de la humanidad en general y mío en particular, me doy una ducha fría. Es un método magnífico. Baja de inmediato la temperatura corporal, se cierran los poros y el resto de orificios, y se sufre un espabilamiento general inmediato. Misteriosamente, mis grandes ideas suelen arrugarse a la misma velocidad con la que se encogen otros de mis notables atributos.

Si el método no funciona y la idea sigue indemne, me asomo a alguna de esas páginas que calculan, en tiempo real, la población mundial. En worldclock.com, por ejemplo, desde que he empezado a escribir hasta llegar a esta frase, la población ha pasado de 7.090.766.064 personas a 7.090.766.945. O escribo más rápido o copulan ustedes menos, porque lo nuestro ya está alcanzando niveles víricos.

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Pásen a ÇhøpSuëy. FANZINE ON THE ROCKS

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La belleza de los días idos (final sin traca)

thats_all_folks-wideQueridas, queridos. Hasta aquí hemos llegado. Dénse por abrazados y no olviden vitaminarse y mineralizarse para afrontar el mundo real con alegría y determinación. Gracias a todos, especialmente a los que han colaborado enviando textos, pero también a quienes han tenido la amabilidad de comentarlos o de mejorar su comprensión. Y un agradecimiento especial a Robby, que lo ha soportado todo y, a veces, hasta ha corregido los textos, sin dar demasiado la lata.

Mañana, día de San Martín, 11/11 a las 11:11, llegará mi hora y cerraré los comentarios del blog. No obstante les cederé la mitad de mi capa. A la misma hora abre el garito ÇhøpSuëy, Fanzine On The Rocks, www.chopsuey.es, en donde quienes lo deseen podrán seguir enlazando sus artículos o sus blogs y haciendo uso de las instalaciones. Quienes quieran mantener un contacto algo más estrecho, aunque sin rozamiento, pueden encontrarme en: https://www.facebook.com/josean.perroantonio.blanco. Claro que si no me dicen quienes son en formato nick, quizá no les acepte como «hamigos».

Y como no quiero que caigan en la melancolía, les dejo un enlace que, sin duda, ya conocerán porque lo hemos citado algunas veces, la increíble web de Google Art Project, que merece verse a pantalla completa y que es un magnífico lugar para perderse durante horas.

Les dejo con mi canción de despedida favorita, The Beauty Of The Days Gone By (La belleza de los días idos), de Van Morrison. Hasta la vista, compañeros, ha sido un placer.

Philosophes

enciclopedistasSe llamaban philosophes, pero no eran pensadores solitarios que crearan sistemas de difícil comprensión; antes bien, escribieron elegantes ensayos dirigidos al gran público, sátiras, interesantes novelas e ingeniosos diálogos. Eran escritores que filosofaban y se llamaban Diderot, D’Alembert, Holbach, Helvétius y —el maestro de todos ellos—, Francois Arouet, conocido como Voltaire.

Estos philosophes anticiparon la figura del intelectual: un tipo sin lealtad a nada, excepto a su propia razón; crítico frente a la autoridad, sobre todo frente a los poderosos; burlón, satírico, polemista y desenmascarador. No era un erudito, su preocupación era el presente; no era un académico, su estilo era periodístico. Se interesaba por las absurdas acciones de los gobiernos y por los defectos de la sociedad. Aclamaba a la razón y la convertía en el tribunal supremo de la entera organización social. Estos intelectuales declararon la guerra a los mitos, los dogmas y las supersticiones: consideraron a la Iglesia como la representante del oscurantismo, y para ellos el cristianismo era especialmente absurdo.

Así, con su irreverencia los philosophes transformaron desde París el clima intelectual de Europa, calando tan profundamente en la cultura como anteriormente lo había hecho la Reforma, algo que exigía una nueva síntesis.

Entre 1745 y 1746, los editores se unieron para compilar todo el saber de la época en una enciclopedia. Inicialmente, ésta no debía ser más que una edición francesa de la Cyclopaedia inglesa de Chambers (1711). Pero, tiempo después, uno de los philosophes recibió el encargo de editar un diccionario enciclopédico: Denis Diderot. Hasta ese momento, este intelectual sólo era conocido por sus escritos subversivos y por la novela en la que los órganos sexuales de una dama cuentan sus aventuras (Joyas indiscretas, 1748). Ahora tenía que lograr que su famoso amigo Jean d’Alembert pusiera su espíritu y su pluma al servicio de la Enciclopedia. Cuando empezaron a trabajar, se olvidaron de Chambers y, partiendo de las facultades fundamentales del hombre, elaboraron un nuevo mapa del saber: una historia para la memoria, una ciencia para la filosofía, una teología para la razón, una literatura para la imaginación, etcétera. La idea rectora era la naturaleza: de ella se extrajo el programa de una religión natural, de una filosofía natural, de una ética natural y de una psicología natural En un tratado introductorio, D’Alembert desarrollaba todo esto con tanta elocuencia y tanta confianza en la fuerza de la razón que este texto es uno de los escritos más importantes de la prosa francesa. Los héroes y principales puntos de referencia de la Enciclopedia fueron Francis Bacon y John Locke.

Cuando aparecieron los primeros volúmenes, la censura se lanzó sobre ellos, pero gracias al apoyo de la amante del rey, Madame de Pompadour, y de otras personas Diderot y D’Alembert pudieron reanudar su trabajo. La censura previno al público, con el resultado de que el número de abonados creciera, pasando de mil a cuatro mil. El tercer volumen se ocupaba, entre otras cosas, de las contradicciones en que incurría la Biblia, e introducía la duda allí donde antes estaba la fe. Posteriormente, Voltaire se unió a los autores y se ocupó de la letra E, escribiendo artículos dedicados a la Elegancia, la Elocuencia y el Espíritu. Pero fue Diderot quien escribió el «metaartículo» titulado Enciclopedia, probablemente el mejor, y sin duda el más extenso del diccionario. En esta aportación, Diderot vuelve a explicar el propósito de la Enciclopedia y anuncia la futura revolución del saber.

La aparición de cada uno de los volúmenes causaba sensación en toda Europa. La Iglesia y la corte estaban indignadas, y la obra fue prohibida una y otra vez. El Papa la condenó y a Federico II el Grande le honra el haberle ofrecido su patrocinio en Berlín. El último volumen aparece en 1765; para entonces ya habían aparecido siete ediciones pirata, la mayoría en Suiza. En total se hicieron cuarenta y tres ediciones en veinticinco países. En muchos hogares burgueses la Enciclopedia sustituyó a la Biblia; por la noche, las familias se reunían para leer un artículo; se fundaron asociaciones dedicadas a su estudio.

La Enciclopedia es un monumento de la Ilustración. Contribuyó decisivamente a erradicar el viejo orden y a preparar la Revolución. Su objetivo era sustituir a la religión por la ciencia y a la fe por la razón.

Dietrich Schwanitz. La Cultura. Todo lo que hay que saber. Taurus, 2002.

La nabalidad

El cuadro «The banality of the banality of evil» que Banksy, el grafitero más famoso del mundo, había adquirido en una tienda de segunda mano y había tuneado hasta conseguir que alcanzara un precio astronómico, fue robado hace unas horas y devuelto posteriormente embalado y en perfecto estado; más o menos.

El cuadro, que había sido «repintado» y retitulado por Banksy como «The banality of the banality of evil» (La banalidad de la banalidad del mal), había alcanzado un precio de 310.400 dólares (227,500 dólares) en una subasta para reclamar fondos para un proyecto contra el sida.

Tras su robo y posterior devolución, y vuelto a titular como «El despertar de la raza aria tras larga siesta con ÇhøpSuëy naciente», ha alcanzado en una nueva subasta la despreciable cifra de 714.248 dólares con tres centavos y un billete de metro.

Bansky, aunque no ha podido ser entrevistado porque nadie lo conoce, ha negado la autoría de esta intervención sobre su obra y la ha calificado de «broma pesada realizada por algún imbécil o dos, sin criterio estético ni social ni amor a la humanidad».

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El azúcar es culpable

Equipo fútbol los gordos 1958El hecho de que nos pasemos horas tumbados en un sofá viendo la televisión no significa que los programas sean muy interesante, mas bien tiene que ver con el hecho de que lo solemos hacer después de haber comido. Particularmente los alimentos dulces ejercen un efecto placentero sobre los mismos receptores cerebrales donde actúan diferentes drogas adictivas (ello explica el “craving” que nos lleva a comer chocolate o galletas a deshoras), lo cual contribuye a la somnolencia postprandial. Lo malo es que los alimentos dulces excitan la producción de insulina y al cabo de no mucho tiempo se vuelve a tener la necesidad de ingerir más alimentos dulces. Pero lo peor no es eso, sino que al haber suficiente glucosa en sangre no se consumen las reservas de glucógeno que almacenan músculos e hígado, ni por supuesto la grasa acumulada. Es decir, no se adelgaza, o lo que es peor, se engorda almacenarse el exceso de hidratos de carbono en forma de grasa.

En una dieta de un adulto que practique ejercicio físico moderado tienen cabida el azúcar y el alcohol, pero en cantidades tan pequeñas que es muy complicado ceñirse a ellas. El azúcar de caña (sucrosa) está compuesto a partes iguales de glucosa y fructosa, pero mientras aquella llega a la sangre directamente, la fructosa se metaboliza en el hígado donde se convierte en quilomicrones (grasa), es decir, no tiene un efecto nutritivo directo como la glucosa sino que se almacena. Son las llamadas calorías vacías, igual que las que aporta el alcohol. Podemos considerar por tanto a la fructosa y al alcohol, a partir de determinada dosis , como un “veneno” para nuestro organismo. Esto no es nada extraño, pasa con todas las sustancias incluso con el agua. Lo malo es que en este caso el dintel es bastante bajo.

¿Cuánto azúcar debemos consumir al día? Según la American Heart Association como máximo seis cucharaditas las mujeres y nueve los hombres. Parece una cantidad razonable, incluso excesiva, pues permite tomarte entre seis y nueve cafés con azúcar a día. Pero eso sería si no ingiriéramos azúcar en el resto de alimentos, ni tampoco alcohol. Una bote de Coca-Cola, un yogur de frutas desnatado (de 225 gr.) o dos manzanas rojas grandes equivalen ya a seis cucharadas de azúcar. Eso significa que consumimos cantidades ingentes sin saberlo, hasta la cerveza sin alcohol lleva azúcares, por no hablar de los alimentos reforzados con fructosa, la parte potencialmente tóxica del azúcar. Así, el consumo medio puede estar alrededor de las veinte cucharaditas al día. Un disparate para nuestra salud, particularmente si no se hace deporte. Semejante ingesta de azúcares necesita un ejercicio muy intenso, al alcance de muy pocas personas, para no engordar e ir generando un síndrome metabólico.

¿Qué dieta hemos de hacer para limitar la ingesta de azúcares? Existen múltiples posibilidades. Describiré la que a mí me ha permitido bajar de peso paulatinamente, cierto que un contexto de ejercicio físico medio-alto .

  • Desayuno: café con leche completa y sacarina. Un panecillo integral con aceite de oliva o Corn Flakes Classics.
  • Comida: un zumo de futas grande y una ensalada.
  • Cena: un plato de verduras, un plato de proteínas animales (carne, pescado, huevos). Una copa de vino tinto.

Se pueden hacer un par de excepciones a la semana en comida o cena. No se debe tomar nada entre horas excepto frutos secos e infusiones.

No nos engañemos, hacer esta dieta es una putada, y no digamos si encima hay que hacer ejercicio. La contrapartida es una mejoría significativa de la salud y de nuestro aspecto físico. Supongo que no debe merecer la pena, basta echar un vistazo a nuestro alrededor.

Referencia: Sugar love: A not so sweet tale. Rich Cohen. National Geographic. Vol.224(2): 2013

Cortesía de Marquesdecubaslibres

Memorias apócrifas de un soldado

soldierYo he sido adolescente un día y la primavera era ocaso de otoño en el invierno, temiendo todas esas tardes de verano que un calendario desdiga, que todos los recuerdos no eran mi infancia. Quizá pudiera ser que ya naciese viejo.

Así es el tiempo, engañoso y selectivo, no la memoria, la memoria es sabia, le basta el olor y la piel, hasta el mas tonto lo sabe y no las tontas repeticiones de Ebbinghaus.

[…Cuando mi buena madre irlandesa me destetó a la edad de tres años de su santa agua miel yo tenía edad para pedir una buena jarra del mejor vino o cerveza del país allá donde fuese que me encontrase alguien… ] (cap. 39) No sigo, que hipo con lágrimas y escasea mi sollozo sentido.

Me encuentro en una trinchera en tierra de nadie. Un largo invierno solitario oliendo brezo y oyendo aullar al mar contra las rocas, desgastando su voluntad. No me basta el refugio en la Biblia por no atreverme ultimar a hombres y entregarme al fornicio, no me basta las lecturas sobre el pensamiento hegeliano del perdón, no me basta nada: «I like to have a martini,/ Two at the very most./ After three I’m under the table,/ after four I’m under my host». Solo quiero olvidar que no quiero beber lo que me ofrece la luz de la casa, la solitaria casa del páramo que tengo que vigilar y que me tienta.

Es esta mi misión de soldado, vigilante de Fausto y sus mercadurías que tienta a un alma inspirada antaño por absenta y hoy la quiere poeta en el infierno. Y que no llamemos a cantos de sirena que ya están afónicos, que ya no creo nada. Me cuido y lloro entre tanto leo a Hölderlin.

Mich ergoz der wohllaut
Des saç

Día de este año de nuestro señor:

[Escribo sin apenas ganas, estoy exhausto y por primera vez el buche lleno y muy romántico. La moza de la casa me dejó leer a Emily Dickinson en alto y oler sus bragas en privado. Después me invitó a un poco de vino y queso. Como zarigüeya marché presto a mi lugar de vigilancia si bien no era necesario] (cap. 123)

Y eran los mejores tiempos o los peores, que leo a Dickens y enjuago otra vez mis lágrimas y sigo con que la primavera era de esperanza y era también el invierno de la desesperación. Y no, no piensen que fusilo el más maravilloso comienzo de una novela escrita jamás. Es uno que se aferra a cuatro libros de liberación consentidos por la ONU y nada sospechosos para un soldado que no inverna.

[ …Tal vez sea musgo un día, madre. Y camine usted por la colina que da descanso a mis huesos. ¿Pero no podría entonces, en aquel entonces, calcetar una rebeca de lana celta y tintada de verde a juego con mis ojos…?] (cap. 89)

De todas las promesas que se dicen e inventan me quedo con la más segura: una mirada.

Cortesía de El Guardián solitario entre los cencerros

Solo ante el pelícano

Todo va a peor. La luz melancólica del otoño empuja al recogimiento y a la reflexión, pero entre los abrojos florecen plantas iracundas y hasta el viento que azota el paisaje trae ecos de enormes peligros. Chillan las gaviotas y graznan los cuervos y todos los extraños llevan la mirada extraviada y el ceño fruncido. Quizá teman que explote al fin la central nuclear que, ¡oh cielos!, está situada sobre la Gran Falla. O que se derrita el Ártico y huyan los osos polares hacia Seattle o Vladivostok tras comerse a los activistas de Greenpeace absortos con la aurora boreal.

El mundo se derrumba. Los reyes ya no pueden cazar elefantes, los banqueros piden unas monedas porque peor que pedir es tener que robar, las cooperativas dejan de cooperar y feroces manadas de comunistas capitalistas chinos, agrupándose todos en la lucha final, muerden salvajemente los escrotos de Marx, Lenin y Mao. El fin de la Historia será un çhøpsuëy o un comedor de Ikea con menú de 1,99€, IVA incluido: hágaselo usted mismo.

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Maigret en Vichy

maigretCalificar a George Simenon como un escritor de novelas policíacas es un gran error. Simenon es uno de los grandes novelistas del siglo XX y el personaje del inspector Maigret no es mas que una disculpa para sondear los abismos del alma. Simenon escribió en los años 60 su “Maigret en Vichy”, donde nos presenta a un comisario con solo 53 años pero con tales achaques que su médico le manda a Vichy a tomar las aguas. Por la descripción parece obvio que Maigret, un hombre robusto y muy activo, presenta los primeros síntomas de lo que hoy llamaríamos un síndrome metabólico. Ha sido un gran fumador de pipa, gran bebedor de vino, cerveza y pastís, y amigo de los guisos fuertes. Su médico le prescribe una cura de 21 días que incluye caminar al menos 5 km al día, suprimir el alcohol, ponerse a dieta y beber aguas medicinales en grandes cantidades. Hoy sabemos que Maigret, nuestro héroe, un hombre de inteligencia prodigiosa, se ha estado suicidando lentamente con sus excesos dietéticos. Sabemos también que la cura prescrita de 21 días sería inútil, que tal cura debería ser de por vida y probablemente necesitaría añadir un antihipertensivo y hipocolesteriomante como prevención primaria de una enfermedad a cardiovascular.

Han pasado 50 años desde que Maigret fue a Vichy, y sin embargo personas tan inteligentes como él sigue cometiendo los mismos errores de estilo de vida. El mundo occidental está formado mayoritariamente por una biomasa que sigue fumando (cierto que menos que en época del comisario), bebiendo inmoderadamente, comiendo azúcares y grasas sin control y haciendo escaso ejercicio. Todo ello nos ha llevado a una epidemia de enfermedades cardiovasculares de grandes proporciones pese a que se ha avanzado muchísimo en su tratamiento.

¿Cuáles son las causas de este comportamiento irracional? No podemos argumentar que es por falta de información, todo el mundo sabe que estar obeso es malo para la salud. Sin embargo, por poner dos ejemplos, Vicente del Bosque y Oriol Junqueras pasean su oronda naturaleza sin pararse a pensar el mal ejemplo que dan. Incluso del Bosque se permite hacer un anuncio que avisa de los peligros del colesterol. Parece evidente que el ser humano tiene una tendencia irrefrenable a hacer cosas que le perjudican, a comportarse irracionalmente. La biomasa no se conforma con fumar y beber sin control, sino que gusta también de afiliarse a partidos políticos, seguir credos nacionalistas, acudir a conciertos de música popular o a eventos deportivos multitudinarios, bien sea en directo o en pantalla gigante mientras bebe cerveza y come patatas fritas. Pareciera que nos abocamos a un suicidio colectivo.

Cortesía de Marquesdecubaslibres